sábado, 27 de abril de 2013

Es mejor prevenir que curar

Estaba con mi hermana en una casa muy grande. Había una mujer, médico, quizás psiquiatra, examinando a un hombre. No me acuerdo qué le estaba contando exactamente, pero recuerdo que la conversación se torcía ligeramente y había un momento en el que todo se volvían amenazas.

Llamé a mi hermana con cuidado y sigilo,le ordené que llamase al móvil a mi hermano el segundo y que viniera a buscarnos cuanto antes, que era muy urgente. Ella puso peros, pero al ver la desesperación en mi rostro me hizo caso.

Me volví a asomar a la puerta. El hombre tenía una lámpara de pie entre las manos, la mujer estaba en el sofá, inmóvil, con los ojos abiertos mirando a la nada, sin vida, y había sangre por su cuello y boca. El pie de la lámpara estaba empapado en sangre.

Él seguía hablando con ella como si estuviera viva. Le estaba contando sus planes de matar a todos los que estábamos en la casa, pero primero iba a tirársela.... ella estaba muerta ya, claro. La verdad es que la mujer era muy guapa, tenía un color de pelo entre rubio, castaño claro y cobre, el color de ojos no lo recuerdo, pero la piel era de muñeca de porcelana totalmente.

Fui corriendo a la cocina, cogí un cuchillo y me quedé unos instantes pensando que iba a hacer con eso. Entonces cogí un candelabro pesado, de base hexagonal.

Entré en la sala del crimen sin hacer ruido, de puntillas, blandiendo en la derecha el candelabro y en la izquierda el cuchillo.

El hombre estaba demasiado ocupado quitándole la ropa a la mujer.

Blandí el candelabro y arremetí su base contra la nuca  del hombre con mucha fuerza. Él cayó inconsciente sobre el cuerpo de la mujer.

En ese momento sonó un grito, era mi hermana, que acababa de entrar en la sala y estaba llena de pánico. Pensaba que yo había hecho aquello, luego se fijó más claramente y se dio cuenta de lo que estaba pasando.

Intenté usar el cuchillo, mientras mi hermana se quejaba, y yo justifiqué que "Es mejor prevenir que curar". Pero no conseguí usar el cuchillo, sólo lo dejé inconsciente.

Salimos corriendo, sin soltar las armas de mi crimen. Mi hermano estaba allí con un descapotable gris. De buen rollo dijo "¿Qué os pasa?" y nosotras solo chillábamos "¡¡ARRANCA, ARRANCA, ARRANCA!!"

Subimos al coche de un salto, y salimos lo más rápido posible de aquel lugar, por una carrertera qque serpenteaba montaña abajo.

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