sábado, 5 de octubre de 2013

Con el corazón en la boca

Necesitaban donadores de sangre. Era oportuno que fuese rápido, cuanto antes. Había mucha gente que lo necesitaba.

No podían esperar los veinte minutos que lleva una donación normalmente, entre los diez minutos en que sale la suficiente sangre para donar, que además necesitaban que donásemos más cantidad y que no había tiempo para reposo ni pausa.

Una enfermera me dijo un método nuevo, en el que sólo tardaría un minuto... sólo moriría un minuto. Y yo acepté.

Metió una vía gruesa por el cuello. Me explicó que iban a impulsar el agua dentro de mí para sacar dos litros. El primer litro volvería en circuito cerrado a mi cuerpo, el segundo iría a la donación. Todo en un minuto, velocidad suficiente, según ella, para que agua y sangre no se mezclasen.

Por veinte segundos, yo iba a ser todo agua.

Acepté, y ella comenzó.

Y el dolor fue inmenso.Un minuto que duró una eternidad. El agua me llenaba por dentro, como si fuese a reventarme las venas y arterias en cualquier momento.

Estaba tirada en el suelo y apenas podía moverme. Me daban  espasmos y pasé de ver borroso a no ver. Apenas podía oír a la enfermera, que me sujetaba de las muñecas y me decía "aguanta, ya no queda nada".

Luego sentí como mi sangre volvía a mí, pero no era suficiente.

Recuperé la vista y la capacidad de moverme.

"No te muevas" chilló la enfermera mientras me hacía un placaje "ya  casi ha acabado, todavía no ha vuelto tu sangre"

Pero yo sentía que algo iba mal. Apenas la escuchaba.

Me arranqué la vía por la que había entrado el agua y comencé a sangrar bastante cantidad pero con poca presión.
Volvía a ver borroso.

Sentí que se me inundaron los pulmones y comencé a toser.

Menos visión y más sangre, hasta que vomité por fin aquello que me provocaba la tos.

Cuando lo vi pensé "no puede ser, estoy alucinando... o quizás antes comí carne y me lo tragué"

Allí estaba mi corazón, pero pensé que era de algún mamífero, porque aquello no tenía sentido.

La enfermera me reanimó.

"There it is, my Dear, your heart" contestó en perfecto inglés americano barrio bajero.

Entonces me di cuenta del vestido de enfermera putilla, de su pelo platino oxigenado, de sus ojos más marrones oscuros a rabiar y su piel pálida. Y vi que nada tenía sentido. Al principio del sueño ni ella, ni el alrededor, eran así.

"Era aquello que te impedía avanzar, pero ya no lo vas a necesitar" dijo la enfermera mientras lo recogía con unas tenazas y me lo acercaba a la boca.

Intenté tragármelo de nuevo, pero volví a toser y echarlo fuera.

Me pareció raro que no me muriese... pero poco después me acostumbré.

Eso sí, ahora me sentía más ligera... como si estuviera flotando en el agua que había pasado por mis venas.