jueves, 27 de octubre de 2011

Sangre.

Sangrar está bien.

Los muertos, cuando lo están, ya no sangran.
Si notas que sangras, significa que sigues con tu vida, y a veces incluso garantiza que no comienza otra, y eso, a veces, también es bueno.
Pero, ains, cómo escuece... y como duele.
Y qué bien huele.

No es una entrada emo, es que intento mirar el lado positivo a mi sangre: A+

Ains, y ojalá mis notas fueran como mi sangre...

martes, 25 de octubre de 2011

Carrousel

Vueltas, vueltas y vueltas.
Todo daba vueltas.
Era un no parar,
y un millón de preguntas.
Con dos preguntas centrales,
de las que derivaban el resto.
¿Cómo me has encontrado?
¿Qué hago yo aquí?
Pero no había respuesta
Solo risas y vueltas,
vueltas y
vueltas.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Eikasías.

Habían llegado a una alta muralla de hiedra. El chico se dio la vuelta.

-Ya no hay más. ¿Qué hacemos ahora?

Ella se hallaba a kilómetros de distancia, pero a la vez a su lado. Miró a su alrededor, y entonces se dio cuenta de la verdad. Vio la nada y la hiedra.

-Esto no es real, no. Es un sueño. No esposible, mira a tu alrededor, no hay nada más que nada... ni siquiera hay distancia, hace un momento estábamos tan lejos y ahora...-el paisaje cambiaba mientras ella hablaba. Ahora estaban enla vieja casa de su abuela, solo que en el mundo onírico era más grande y tétrica. - ¿Ves? No es posible físicamente, no es real.

Él miró a su alrededor, preguntándose como había llegado hasta allí.

-Tienes razón -admitió.

-Claro, siempre. Venga, todo es posible, intenta volar. -ella intentó volar. Y al principio le costó un poco, pero conforme más se convencía de que lo que veía no era real, más poder tenía, pero cuanto más poder tenía menos controlaba su impulso al volar o inventar, y salía despedida en todas direcciones y en ninguna. Pero en nada, nada de tiempo, porque el tiempo no existía, dominaba ya todo movimiento aéreo. El paisaje ahora era un campo infinito y abierto. A él lo de volar no le iba tan bien. -Ven, ven conmigo, déjameayudarte. - Y le tomó de la mano, y se elevaron, poco a poco, porque él no creía en el sueño y eso le hacía pesado.

-Tenías razón, esto es un sueño, no es real. -los dos sonreían en el aire, como tontos.

-Es que yo siempre tengo razón. -y entonces fue cuando se percató- Y si siempre tengo razón... Tú no eres real. Es mi sueño, solo eres una copia del de verdad. Yo creí haberte enseñado a tener sueños lúcidos, pero no puede ser. No podemos estar los dos en un mismo sueño, aunque la lógica onírica me indique lo contrario.


En una oscuridad casi total, abrió los ojos lentamente. Lo primero que sintió fue calor, un brazo que le pasaba por la cintura y le cogía la mano, lo segundo una cabeza apoyada en su nuca. Estaba tumbada de lado, en la cama, con él. Un pensamiento triste se concibió en su mente y nació en su boca:

-Aunque durmamos juntos, siempre viviremos un sueño diferente.

Antes, en el sueño, todo era luz, ahora solo veía oscuridad. Y su silueta, una silueta poco definida, y además se percató de dos detalles: primero, él no respiraba,no sentía su cálido aliento en la nuca; y segundo, se veía a sí misma en tercera persona.

-Ja. ¿Nosotros durmiendo juntos? Eso sí que es imposible, un sueño, una ilusión.

Y entonces despertó, en la penumbra, sola y fría.


"Todo lo que vemos o parecemos no es más que el sueño de un sueño" - Edgar Allan Poe

domingo, 9 de octubre de 2011

El río.

Miro desde mi ventana, o lo que queda de ella, un hueco en lo que en su momento fue una pared.
Llega el momento, el momento preciso de cruzar. Yo ya crucé este río, antes, hace mucho tiempo, si hubiera existido el tiempo.
La niña y el anciano me llaman desde la otra orilla. El anciano permanece estático, la niña saluda y salta mientras me grita: "Cruza el río, enfréntate a tus miedos"
No tengo miedo, sé nadar. Y es solo un río, ni especialmente profundo, ni de gran caudal. Ni siquiera la corriente va rápido, es más, parece muy calmado, casi estático.
No dudo, he esperado mucho este momento, quizás muchos siglos, quizás apenas unos segundo, quién sabe. Pero voy sin prisa, nunca tuve prisa.

Sin ni siquiera descalzarme, o quizás siempre estuve descalza, entro en el agua. Primero los tobillos, y lentamente hasta que el agua me llega por las caderas decido zambullirme entera. Parece que he adelantado un buen trecho, pero la Niña y el Anciano siguen a la misma distancia que cuando miré desde la ventana. No avanzo.
Yo ya crucé este río una vez, por otro lado, cuando vine. Pero la otra orilla no es la misma de la que procedo. Es el siguiente peldaño.

Tengo que sumergirme del todo, purgarme. Cierro los ojos, no cojo aire, no lo necesitaré, y sé que hace tiempo que no lo necesito.

Entonces ya no estoy en el río. Todo cuando hay a mi alrededor es agua, o al menos su esencia.
Hay algo oscuro en el fondo, algo que me observa y conozco perfectamente.

Soy yo. O más bien, una parte de mí. Mi mayor temor.

Me toma de los hombros y me atrae hacia su oscuridad, pero con mi mano derecha aparto su mano de mi hombro. "No" solo basta con una palabra y se aleja de mí, se empieza a hundir, y dejo en el fondo del río lo que era, lo que fui, pero desde luego ya no es lo que soy.

Mi mayor miedo, yo misma, ha quedado atrás.

El río vuelve a aparecer, toco suelo y ya estoy casi en la otra orilla. El anciano ya no está, estamos la niña, yo y un inmenso bosque con los árboles muy homogéneos detrás. La niña, vestida toda de blanco,mismo color que sus ojos y pelo, tiene la mirada de algo muy antiguo, algo que ha permanecido en esta orilla mucho tiempo. No dice nada, solo señala a un dintel de madera de roble que hay a su derecha, de puerta doble y muy antiguo. Esta entreabierta y emana una leve luz blanca de ella. Detrás del dintel solo está el infinito y oscuro bosque.

Miro a la niña, y sin ninguna palabra, tomo el pomo de la puerta. Sélo que me espera al otro lado: unas escaleras. Pero hay demasiada luz, no puedo verlas.

"Nunca te bañarás en el mismo río dos veces"-Heráclito.

sábado, 8 de octubre de 2011

Te he echado de menos.

Viene, como un sombra.
Un apretón de manos.
Un te he echado de menos.
Una mirada sin ojos.
Una mirada de sombras.
Tres pasos.
"Te he echado de menos"
-Te vas, ¿para qué volviste?
Si me echas de menos, ¿por qué te vas?
Cruza la puerta, sin mirarla o abrirla, vapor.
Y se marcha, dejándome su miedo.
No puedo moverme, estoy fría.

Y entonces despierto. Y ya se ha ido parte de la oscuridad... y no la echo de menos.