lunes, 23 de abril de 2012

Adiós a los metales.

En fin, tras perder un tercio de oreja por culpa de los piercings (el cirujano que me la ha recompuesto es un crack, aunque un poco lento... se me pasó la anestesia durante la intervención, no fue doloroso, pero tampoco agradable), he decidido renunciar a mis agujeros sintéticos.
Al parecer, tras 3 añacos de pendientes sin ni una sola infección, 2 de ellos (en el lóbulo, por suerte) reaccionaron con la sangre y sedimentaron piedrecitas de pus y hierro (el cirujano me dejó quedármelas de recuerdo, realmente tenía chinas en la oreja. Estaban to' duras, en serio.)

Esto ha sido una difícil decisión moral, en serio. No me sentía así desde que nació mi hermana pequeña y me tuve que quitar las pulseras y collares de pinchos porque sino se los clavaba al cogerla.

Quitarme los pendientes ha sido como entrar en una nueva etapa, mi adolescencia ha muerto con ellos. Ale, ya soy tope adulta, colega.

(Foto: yo de risas tochas con sus pirsinicos in dah radiografí!)

En fin, han sido 10 bujeritos, 7 de ellos visibles a casi simple vista.  Si esto no hubiera pasado, ahora mismo serían 11 bujeritos, sí, me habría hecho el de la lengua, el único que tiene cierta utilidad (JE-Je-je)

No en serio. Sin los piercings me siento rara, no como si me faltara algo, sino como si me estuviera quitando capas para ver qué soy en realidad, como si todas estas modas estéticas y demases objetos materiales que en un momento me guiaban han quedado atrás, en algún lugar, enterrados junto a mi adolescencia.

A este paso voy a dejarme un color de pelo normal y estable.

Una espiritualista o una sosa, yo qué sé, pero ya no veo el sentido ni el significado de las ropas.

domingo, 22 de abril de 2012

Debo de echar a alguien mucho de menos.

Madrid, sí, era Madrid, la calle que va desde el Fnac hacia la Cibeles, esa callejuela que da  a la plaza de nosequién que nunca me acuerdo el nombre.
El caso, me metía por esa calle, y estaba en Muñico, así, de repente (anda que no hay kilómetros de separación ni nah!).
Pero estábamos bajo tierra. Rodri y yo. Rodrigo es mi primo, y aunque es primo segundo es una persona a la que siempre he estado muy unida (nacimos más o menos a la vez y nos han criado juntos).
Callejeábamos con un Muñico subterráneo y húmedo, en el que él tenía que ir agachado levemente para no darse con el techo.
Y al fin llegábamos a pantano, y allí estaban todos los Muñecos. Todos bañándose, en unas aguas pantanosas.
Yo me entristecía porque no podía bañarme, no tenía ni bañador ni ropa de recambio. Las aguas de la presa eran mucho más densas de lo normal, pantanosas total, casi que como nadar el un coloide.
Y entonces aparecía la madre de Rodri (que es mi tía-prima) y ahora estábamos en un piso de los de Campello, pero seguí siendo el pantano de Muñico lo que se veía desde el piso (no había pared en el lado que daba a Muñico. Al otro lado estaba el mar azul de Campello, pero más limpio de lo que es en realidad.

Entonces decidía que no me podía resistir, tendía mi ropa con la ayuda de la madre de Rodri y bajaba abajo, en ropa interior. De hecho era el sujetador negro liso y las braguitas blancas con los bordes celestes.

Y llegaba a una especie de acera, que era el límite entre las aguas cristalinas de una piscina infinita de Campello y una especie de desnivel a modo de tobogán que era el comienzo del pantano de Muñico.

Yo me sentaba en la frontera.

En el lado del fango anochecía, el lado del agua cristalina estaba recién amanecido. Yo apoyaba las manos por donde amanecía y estiraba y hundía las rodillas hacia donde anochecía. Observaba a mis amigos subir a una isla con columpios en el centro del pantano, movían la mano diciendo que fuera con ellos.

Rodr venía y se sentaba a mi lado, me ponía la mano sobre el hombro, sonreía, y me hacía una aguadilla hacia atrás en el lado cristalino... pero no me dejaba caer en las aguas puras. La gente de las aguas puras, muy pulcra, muy limpia, me miraba mal. Estaban todos fuera del agua, tomando el sol. Y tenían todos rolex de oro.

No me gustaba ese ambiente. Me vengaba de Rodri, le empujaba hacia el desnivel-tobogán a través del fango y luego me lanzaba yo, riendo y llenándome de barro, como en los viejos tiempos en los que  siempre jugaba a cavar un ollo en casa, llenarlo de agua y meterme dentro, ahí de risas tochas con las lombrices.
Hasta lloraba de la risa. Entonces volví a abrir los ojos.

Al final de la caída no estaba el pantano, sino que estaba tirada en el suelo del sitio subterráneo de  antes, solo que ahora llena de barro y con ropas de camuflaje. Habían unos cuantos amigos conmigo. Yo me levantaba, me miraba las manos, que no tenían esa especie de "M" que se forma en las manos, sino 3 rallas paralelas horizontales.

Me levantaba. Me esperaban.

-Vamos a buscarlo.

Y nos adentrábamos en un laberinto subterráneo que antes era Muñico, pero ahora había perdido la "esencia de ser Muñico", aunque era exactamente igual.

Las puertas se abrían girando grifos.

Y al final volvemos a salir en Callao. Y estamos todos impecables, ni barro ni nada. Es verano. Y ahí está Rodri con los brazos cruzados en pose "bailando como samuel" y nos suelta:

-Lentos, que sois unos LEN-TOS.

Y fin del sueño.


Jo, echo mucho de menos a Rodri, y a Muñico en general. Hace poco (ayer, vaya) hablé con un amigo del pueblo. La reavivación de la nostalgia debe haber respondido así.

Vaya, acabo de conectarme al tuenti y tengo un mensaje suyo después de hace eones... ¿Coincidencia?

To be continue...

miércoles, 18 de abril de 2012

Quien te quiere bien...

¿Alguna vez habéis oído el dicho de "Quien te quiere bien te hará llorar, quien te quiere mal te hará reír"?

Hace algo más de una semana soñé que íbamos yo y una persona (real, o sea, de las que existen de verdad) por una calle que parecía un cruce entre la peli de Momo, el Carnival of Rust, las Calles de Arena y un cuadro de MC Escher, todo en blanco y negro, menos nosotros.

Llegaba a una escalera de caracol, a mi derecha estaba en mar, blanco y negro, muy raro.

Cuando bajé dos peldaños y medio, estaba al mismo nivel de antes de bajar. Mi compañero había cambiado de forma... ahora era ese personaje que sale en casi todos mis sueños, ese homúnculo amorfo.

-No vayas por esa calle.
-¿Por qué no? Vamos a las Calles Bajas -cabe destacar que la escalera de caracol llevaba a un barrio por debajo del nivel del mar.

-Pero por ahí no, vamos por el lado contrario. -replicó mi homúnculo exasperándose.

-Sabes de sobra que vamos en espiral y una sola dirección -enfadada, bajé- No hay otro camino, si quieres sigo sola.

Cuando yo llegué abajo, él ya estaba allí. Había vuelto a cambiar de aspecto, pero la esencia de homúnculo permanece, es el que es, cambie lo que cambie.

Comenzamos a caminar. La calle estaba llena de mujeres en algo que parecía un burka, y algunas solo con velo. Todas ellas embarazadas. Ahora había colores, era como si esas calles en vez de pintadas a carboncillo hubieran sido creadas con colores pastel, verdes y blancos, concretamente.

Las mujeres no parecían musulmanas, sino más bien como gusanos. Era curioso. Ninguna se movía, ninguna levantaba la vista del suelo. Al ver mi expresión, mi homúnculo dijo:

-Te dije que no bajáramos por aquí. Es la calle de Quien Más Te Quiere Te Hará Sufrir.

-¿La calle de qué? -contesté yo en plan de a-qué-viene-eso y me giré.

Acto seguido el homúnculo clavó una daga hecha con cuerno donde se situaría mi ovario izquierdo (el de los quistes, vaya) y me rasgó hasta el derecho. Yo perdí el aliento.

-La calle de esto. Sufrir.

-El dicho es llorar -repliqué yo poniéndome las manos en las entrañas para que no se cayesen e intentando respirar de manera normal.

-El dicho me da igual. - entonces se acercó y me dí cuenta de que había vuelto a cambiar de forma, era como 2 m y poco de alto. Se agachó, recogió mis tripas y me las colocó.- Venga, no sigamos, vámonos.

Y entonces nos dimos media vuelta. Ahora era la misma persona que al principio.

Y el resto del sueño consiste el temas sexuales (sí, esos que no escribo nunca porque después de las pesadillas son lo que más me avergüenza), estilo a lo Freud.

Ah, ahora que recuerdo: Me resulta bastante curioso que cuando no tenía pareja fija, tener más cantidad de sueños eróticos, aunque fueran en su mayoría con personas que no existen, producto de mi fantasía, supongo; pero desde que tengo pareja estable, nada de nada, y cuando sueño que tengo una oportunidad de estar con otro, aunque sea en sueños, lo rechazo; y si tengo un sueño erótico, es con él, siempre.

Vaya, lo que es el amor, o pérdida de imaginación.

Dejo algunas imágenes y vídeo para hacer una idea de la ambientación del sueño:

http://www.youtube.com/watch?v=MKk1u5RMTn4

Carnival of Rust- Poets of the FAll

MC Escher


Las Calles de Arena, de Paco Roca. Este hombre es un crack, que lo sepáis.

sábado, 14 de abril de 2012

Pesadillas

Siempre que escribo, trato de hacerlo sobre sueños, pero de los buenos.
No sé si conocéis la diferencia entre mal sueño y pesadilla. Bueno, eso da igual ahora.

El caso es que desde hace un mes estoy teniendo pesadillas, muy fuertes.

Todo empezó una noche que soñé con que era un hombre, mayor, con hijos, mujer, etc. No quiero contar todo lo que sucedía, porque me entristece recordar los detalles. El caso es que la historia acaba en que tras matar a toda mi familia, pensando que hacía algo bueno, esperaba despertar... Yo sabía que lo que sucedía no era real.

Lo que me descolocó fue que yo en el sueño pensaba que al despertar, despertaría junto a mi mujer y mis hijos seguirían vivos. Despertaría siendo ese hombre.

Pero no, al despertar, era yo, la chica de 17 años de siempre, desperté sola y en mi habitación; con esa sensación de que no te pesa el cuerpo y que te mueves como un autómata, o más bien, eres movido. Tardé un rato en darme cuenta de que yo era yo, de que la realidad es esta. Fue extremadamente raro.

Es esa sensación de siempre de estar viviendo la vida de otra persona. La gente normal siente que su vida es controlada por otros, pero no, mi caso es al contrario, como si habitase un cuerpo que no me pertenece.

Y claro, yo con mi orgullo y todo por los suelos, tuve que ir a dormir con mi mamá; porque os juro que no podía parar de llorar. Me sentía muy rara, pero rara en el mal sentido.

Y así fue como acabé durmiendo con mi madre (que me santiguó en la frente para que me durmiese, eso también fue raro), mi padre (que no hacía más que decir que los sueños son sólo sueños) y mi hermanita de 6 años, que esa tiene ya por costumbre dormir todas las noches a partir de las 6:31 am (aproximadamente) con mis padres (es que dice que hay monstruos).

La verdad es que poco después de que mi mamá me santiguara, conseguí parar de llorar y dormir.

A la mañana siguiente, a parte de estar muy cansada en clase (lo cuál es obvio) me quedé con esa sensación de crisis de identidad... Pero creo que ya se me ha pasado, más me vale, que de esto hace un mes.