domingo, 28 de octubre de 2012

Eternamente tres


El otro día fue el cumple de un compañero de clase. Una chica le dijo si no le hacía ilusión cumplir 19 años, él le dijo que si a ella se lo haría, y ella contestó que por supuesto,  que al fin y al cabo, ella todavía era menor y le haría mucha ilusión.

En ese momento tuve una sensación de flashback.

Mientras que la mayoría de las chicas siempre quieren crecer (hasta cierta edad, claro está, que a partir de ciertos años una quiere permanecer estática en el tiempo) yo, si hubiera podido elegir, me hubiera quedado siempre con 3 años. Siempre deseé no crecer, aunque sabía que era imposible, que al menos creciese más lento. Y tuve la mala suerte de desarrollarme mucho más rápido... aunque ahora parece que el tiempo me está devolviendo lo que me debe y mientras que con 14 parecía que tenía 18, ahora con 18 llegan a echarme incluso 12 años. Espero que esto siga así.

Mis recuerdos empiezan a partir de los 3 años, con el nacimiento de mi hermana. Solo recuerdo que por aquél entonces era todo maravilloso, todo era real, todo era posible. No había reglas ni líneas determinadas de pensamiento que seguir. Vivía en una nube y pensaba y razonaba las cosas por mí misma, no por un montón de opiniones que me inculcaban en clases de ética, filosofía, lengua o matemáticas; que han sido las asignaturas que más han amueblado mi estructura mental.

Con 3 años no tenía forma, no tenía molde.

 Ahora me siento como un producto, no soy capaz de romper con los esquemas de pensamiento que me han sido impuestos desde que comenzó mi educación en el colegio. En el colegio e instituto nos han adiestrado a todos para pensar en las mismas líneas de pensamiento, y para que nos sintamos mal si pensamos de una manera diferente. Aprendimos un montón de fórmulas sin saber cómo llegar a ellas, un montón de valores matemáticos que solo existen en un mundo inexistente.

Al principio quería pensar que teníamos que aprender un poco de todo por cultura general, ahora lo veo de otro modo. Nos educan para competir pisando a los demás, así es como funcionan las notas de corte, por ejemplo.

Cuando tenía 3 años, yo era más que mi nota de corte. Y no tenía problema de relacionarme con nadie.

Ahora parece que crecen barreras entre la gente de mi edad, y que si nos relacionamos es solo por atracción sexual o porque no tenemos otra opción para no estar solos.

Claro, que en todo hay excepciones, siempre hay alguien dispuesto a tender la mano…

…pero no sé, será por mi desajuste hormonal, será por el estrés que tengo enzima, pero hoy en concreto, lo veo todo muy gris.

Me siento una niña de 3 años encerrada en el cuerpo de una chica de 18. Lo único que me apetece es jugar a balón prisionero y columpiarme y correr y esas cosas. Siento que mis razonamientos no llegan a la madurez agria de los adultos, que me quedo a medias de las explicaciones, que todo me queda grande, que me miran con superioridad y me tratan como tonta, como a una niña pequeña. Como si las estructuras formadas en mi cabeza empezaran a flaquear, pero siguen imponiéndomelas.
 Querría olvidar, solo por un segundo, todo lo bueno y lo malo que ha pasado desde que me hice una “mujercita”. Querría no tener que pensar en los exámenes, ni en todas esas proteínas que entran en mi examen de mañana, ni tener que hacer horarios sobre cuando puedo ver a mis amigos, cuando estudiar, y cuando puedo ver a mi novio.

Querría, solo por un día, pasar la tarde entera jugando a balón prisionero…

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