martes, 29 de marzo de 2011

Apunto de estallar.

Cuando era niña no podía controlarme porque tenía cambios de estado de ánimo muy bruscos.
En un segundo estaba feliz en un columpio y al siguiente estaba peleándome con puños y rodillas con otro niño que se me había colado en el tobogán.

A mis padres siempre les ponía de los nervios eso de que al momento estuviera en un lado de una manera y al siguiente momento estuviera en la otra punta con un humor diferente.

Con el tiempo me volví más tranquila, aprendí a escuchar. Aprendí a hacer caso de lo que escuchaba, a acatar órdenes.
Nunca se me dio bien, así que ahora en vez de acatar órdenes lo que intento es no infringirlas.

Pero desearía volver a ser niña y dejar mi naturaleza de estable inestabilidad de nuevo al aire.
Quiero volver a ser yo, no reprimirme.
No soy una persona de temperamento estable y llevo reprimiendo lo que siento mucho tiempo...

...Reprimir no sirve de nada, acabas estallando, más fuerte, más dañino, y hacia quien menos lo merece.

Tengo ganas de pegarme con la mayoría de las personas con las que me encuentro, incluso las que apenas conozco, por cualquier bobada, no sé, todo me irrita. Tengo ganas de tomar todos los muebles y empujarlos por una ventana, de hacer estallar millones de cristales, de escupir a la cara a casi todo quien me habla... total, todas las palabras dichas en estos últimos momentos me parecen gilipolleces.

Hoy he tenido un ataque, he arrojado la mochila contra la pared. He respirado rápido e interrumpidamente, se me ha acelerado el corazón y he sentido como con esos libros algo de mi odio también era lanzado al exterior. Luego he ido a por la mesilla, y cuando la tenía alzada entre las manos me ha venido la imagen de que luego lo tendría que recoger todo, y no me apetecía.

Me he vuelto a reprimir, y el odio que había expulsado ha sido reabsorbido de nuevo.

Me pesa sobre el pecho.
Nunca se marchará.

Y algún día volverá a ser descargado sobre quien menos lo merece y volveré a absorberlo junto con la culpabilidad de mi acción.

Antes me desahogada de estas cosas escribiéndolas, ya no me sirve. Luego pasé a pegar al saco de boxeo sin guantes, rasgarme los nudillos me tranquilizaba, era como si en esas pequeñísimas gotitas de sangre junto con la fuerza descargada en cada puñetazo estuviese sangrando mi angustia al exterior y me librara de ella... pero ya no tengo saco ni nada a qué pegar. Tengo que buscar algo que romper, un espejo o un cristal, o algo que quemar, como las orugas...

En cualquier momento voy a estallar.
Y espero no hacerlo contra quien menos lo merece.


"...cuando sabes que nunca me acostumbraré a las órdenes, cuando sabes que mi corazón está en un bonito desorden, y deberías saber que en mi corazón tú llenas cualquier rincón..."



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