jueves, 21 de febrero de 2013

Temptation

De los sueños de hace dos noches recuerdo muchas cosas: un vuelo que peligra y hace caída libre, pero que en el último momento aterriza en condiciones (nos dimos golpes muy fuertes en la caída libre, íbamos pegados al techo), un camino sobre un lago de lava, en el que vivían chipirones de fuego, sangre y tinta; y 3m de largo, una ofensa, una huida, y algún lío y deshonra por ahí también.

La parte que quiero destacar del sueño, es la que me despertó... por el susto.

Un anciano me enseñaba una figura humana, levemente femenina, con el pelo muy corto, castaño normal. Estaba atada por una cadena a la pared. La cadena se le unía al cuello, donde estaría la nuez (que no tenía porque era figura femenina), juraría que no llevaba ningún tipo de collar.

Estaba desnuda, o quizás llevaba un traje del color de la piel. El caso es que pese a su color carne pálida, no tenía pezones ni vello púbico ni ningún tipo de signo que indicase que era un ser sexuado, salvo la forma, no porque tuviera pecho, sino porque la cintura la tenía levemente curvada con forma de mujer.

Miraba al suelo, y al escucharme llegar alzó la vista. Sus ojos eran pardos. Nunca un color de ojos pardos podría haber llamado tanto la atención. Eran grandes, puros, cristalinos. Ponía ojitos de pena, como si lo estuviese pasando muy mal allí atada, como diciendo "libérame". Los labios estaban perfectamente sellados, eran labios de mujer, tirando para gruesos, pero no gruesos en plan exagerados, como Angelina Jolie, sino que eran simplemente perfectos. Preciosos. Tenía una mueca de pena, de sufrimiento.

Me acercaba a ella y no podía evitar cogerla de la barbilla, para alzarla y mirarla a los profundos ojos. Estaba hipnotizada, eran muy cálidos.

Mientras lo hacía, el anciano decía "it's called Temptation", que en español significa "se llama Tentación", destacando que se refería a ella como algo y no alguien.
 En los pocas milésimas de segundo que dirigía mi mirada al anciano, Tentación se había separado de mí, esbozando una sonrisa con la boca más larga en lo que se refiere a comisuras que he visto nunca, mostrando unos dientes perfectamente triangulares, abalanzándose sobre mi mano (que por cierto, era la derecha) a morderme.

Aparté la mano a tiempo, por los pelos, dejando que Tentación mordiese el aire con fuerza. "Tienes que ser más agresiva" le decía yo, y con la mano que había apartado, volví hacia su cara, más rápida que ella, y la dí con el reverso de la mano, derribándola al suelo.

Desperté por el susto que me había producido la agresividad de Tentación y porque en la vida real le había dado una torta con el reverso de la mano al lateral de mi cama, y me había hecho mucho daño. El corazón me latía a cien por hora (Nota: es una expresión, cien pulsaciones por hora todos sabemos que es muy poco). Todo había pasado demasiado rápido.

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