jueves, 14 de febrero de 2013

El Mundo de los Juguetes

El sueño de hoy trataba de que en el sitio donde trabajábamos, unos cuantos compañeros y yo (no voy a decir nombres, porque sólo recuerdo dos, de los seis que éramos en total, y no son precisamente personas con las que tenga confianza desde hace mucho) había una escalera en espiral.

Nadie bajaba nunca por allí.

Un día, bajaba con una amiga. Nos dejábamos caer al vacío, era la única manera de bajar aquellas infinitas escaleras.

Cuando llegamos al suelo descubrimos dos canicas -más bien boloncios- de un tono entre añil y azul bebé.

Al tocar las canicas se nos abrieron unas puertas que ni siquiera sabíamos que estaban ahí. Y así descubrimos el Mundo de los Juguetes.

Al traspasar el umbral, rejuvenecíamos hasta la niñez. El mundo era como un gran almacén, un infinito almacén de juguetes.

Al principio todo estaba un poco muerto, abandonado, pero con nuestra presencia, y más amigos a los que enseñamos el secreto, el Mundo de los Juguetes tomaba fuerza y alimento de nuestro entusiasmo. Los juguetes iban tomando vida propia.

El Tiempo pasaba de una manera extraña en aquel lugar, y cuando salíamos de allí bien podía haber pasado, retrocedido o haberse quedado estático en nuestro mundo normal.

Empezamos a tener problemas con la adicción por ir al Mundo. Descubrimos que si nos llevábamos las canicas, podríamos entrar en el Mundo cuando y donde quisiéramos.
Aparte, comenzaron los problemas con el Tiempo entre los dos Mundos. Teníamos que sellar las puertas.

La última imagen del sueño era que para sellarlas, la misma amiga que las descubrió junto conmigo, decidíamos tomarnos las canicas para que nadie volviese a utilizarlas. Ella se la tomaba sin dudar, con pena en los ojos. Yo dudaba un poco más. Cuando lo hacía, aparecía un amigo (con el que quiero aclarar que no tengo ningún tipo de relación más allá de la amistad) junto a la puerta sellada, con los brazos cruzados y la pierna derecha doblada y apoyada en la pared, pose de chulo, vamos. Se despegaba de la pared, venía a mí y me besaba y decía "Mañana te recojo a las 8pm... ¿en Atocha o Méndez Álvaro? Nunca he ido a Madrid".

Eso es probablemente lo que menos sentido tiene del sueño, porque primero, vive en Madrid centro, segundo, a mí que me recojan en coche de esos sitios me pilla un poco a tomar por saco.

En el sueño también sucedían cosas relacionadas con los trenes y la uni, pero no recuerdo concretamente qué.

El juguete que mejor recuerdo son los ojos amorosos gigantes, más grandes que yo -aunque eso muy difícil no es- porque les brillaban sus ojazos de una manera muy siniestra.




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