miércoles, 6 de febrero de 2013

Dos pieles

Estábamos en una ciudad, no sé si en Francia o Bélgica. Era parte de un viaje que hacía con Bety y otras dos personas más. No estoy muy segura de quienes eran las otras dos personas, quizás una de ellas era Irene, pero no sé, no sé. Juraría que había chicos en el grupo.

Pedía ayuda a un viejo amigo, que vive en París, para que nos ayudase a encontrar alojamiento en la ciudad en la que estábamos. Tras largo hablar y discutir en inglés, al final dijo unas frases, muy enfadado, y luego, aliviando tensión, en inglés. Le expliqué, muy enfadada, que no me hablara en francés que no podía entenderle. Entonces me cogía de los mofletes y decía "Oké, you can stay"

El único problema que había es que no tenía suficientes sofás y camas para todos, así que tuvo que dormir 1 en el sofá, 2 en una cama de la sala de invitados y yo con él en la cama. Él era gay, y la cama grande, así que no sucedía nada de nada.

Por la noche, noté que dormía en una posición muy rara y se revolvía en sueños. Yo no dormía nada.

Por la mañana, le pedí que me lo explicara. Entonces se quitó la camiseta y me enseñó la espalda.
La mitad de su cuerpo era una gran quemadura, lleno de ampollas, o quizás más bien como un gran papiloma. Era bastante asqueroso.

Alguien del grupo era estudiante de medicina o enfermería, pero en cuanto fue a examinarle salió corriendo al baño a vomitar.
Bety y yo nos quedamos examinando su piel.

Me sentí muy apiadada de él, porque al fin y al cabo, esta parte del sueño es sólo un recuerdo de cuando me echaron nitrógeno líquido en toda la espalda, de pequeña, porque tenía una piel un tanto peculiar.

Le aplicamos unos mejunjes  para evitar el tener que quemarle con nitrógeno líquido.

Todo esto mientras estaba bocabajo, y cuando se dio la vuelta, había cambiado de aspecto, era otra persona, que no voy a mencionar aquí. Más bien era ambas personas a la vez. En esencia, tenía una personalidad y aspecto doble, al igual que su piel.

Ahora hablaba español. Me colocó la mano izquierda en mi mejilla derecha y dando un leve golpe dijo "Él hubiera estado muy orgulloso de ti". El nombre que he omitido, era el de aquella persona que él tenía aspecto y esencia. Al decir esas palabras, era como si la mitad de esa persona se hubiera desprendido del ser real y ahora teníamos un amigo con una mezcla de personalidades en potencia de crear un nuevo homúculo de nueva personalidad.


Pasaron unos días, se recuperó, y su piel, como su aspecto y su personalidad ahora eran una mezcla homogénea de otras personas. Era una nueva persona nacida de los recuerdos de varios.

Lo llevamos a una feria de artilugios, como un mercadillos medieval, al lado de un estanque.

Allí nos encontramos con Alba y otros tantos. También recuerdo a Dani. Cuando vieron al homúnculo, a cada uno le recordaba a una persona diferente, para bien o para mal, esto era porque era la mezcla de personas diferentes y cada uno lo asemejaba a la persona que más conocía.

Él iba unido a mí por una cadena fina pero muy resistente y  brillante, su mano derecha unía con una diferencia de 3 metros, como mínimo, a mi mano izquierda. No íbamos juntos, nadie notaba la cadena, salvo nosotros.

Yo iba probando todo lo que era gratis, y acabé algo borracha a base de tomarme chupitos de bebidas transparentes o blancas que brillaban en la oscuridad y que ofrecían señoritas disfrazadas de hadas.
Al final de la tarde, a parte estar de borracha y de una sinceridad poco habitual en mí, me habían crecido alas y orejas puntiagudas.

Recuerdo que había un momento del sueño en el que me encontraba con mi ex-novio y sus amigos, como si fuera exactamente igual que en las fiestas de Móstoles cuando tomé absenta, sólo que en esta vez, no les dirigía más que un cordial saludo y me iba rápido para otro lado, guardando difícilmente el equilibrio.

Mientras tanto, Alba intentaba zorrear con mi amigo, el que estaba unido a mí por la cadena ahora a más de 100 metros de distancia, como mínimo. Mientras llevase la cadena, yo podía ver lo que él hacía e igualmente podía él ver lo que yo hacía. "Alba, siempre tonteando con chicos, tenga novio o no" pensé, y ese pensamiento no es nada más lejos de la realidad. Bety y el resto, mientras tanto, estaban en un puestecilo medieval probando videojuegos.

Me encontraba muy mal y me abrí paso entre juncos, para vomitar en el estanque. Mi amigo vino y me sujetó la cabeza mientras vomitaba. Ahora tenía un aspecto casi igual al inicial, pero parecía más mayor, más maduro, o más viejo de golpe. Ahora tenía los ojos azules casi grises, ojos tristes. Me hablaba en francés. "Tu amiga alba es una pesada", me decía, entre otras cosas, y me contaba lo que había estado haciendo mientras no había estado conmigo, aunque sabía que yo ya lo sabía.

Mis vómitos eran de un color fosforito y fluorescente, precioso, a juego con las libélulas del estanque.

Sobre el cuello de su camiseta se veía piel quemada. Me disculpaba a él por mi comportamiento y por no haberle curado bien.

Entonces él miraba para otro lado y al girar la cabeza había cambiado otra vez de aspecto. "No importa, yo habría estado orgulloso".

Me quedé en estado de shock.

El resto del sueño pasaba rápido. Una explosión en el cielo, una lluvia de meteoros, un virus mortal (que era lo que él tenía en la piel). Apocalipsis total. Una cámara de cuarentena llena de niños y adolescentes, con 2 señores adultos que morían antes de salir de ella. Un reempezar el mundo de cero, trabajar mucho en el campo para conseguir comida, y con gusanos, para conseguir tela. Esta parte del sueño era menos interesante, ya que he tenido varios sueños similares.


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