jueves, 25 de julio de 2013

Portales. Lucha por la supervivencia.

Anoche fuimos a ver la nueva peli de Lobezno, y antes de que empezase salió el anuncio  de "Pacific rim", una película en la que los extraterrestres venían por portales interdimensionales desde las profundidades del mar. Cuando vi el anuncio me dio un algo, porque yo escribí una historia en su día sobre en la que también llegaban los extraterrestres desde las profundidades... y esa historia vino de un sueño en el que era el fin del mundo.

Bueno, el caso es que esta noche, volví a soñar con el Fin del Mundo.
Como casi siempre, algo nos atacaba desde el cielo, algo que nadie puede ver y todos podíamos sentir, como una descarga de energía.

Una imagen que siempre aparece es la de un teatro, o un anfiteatro, cubierto por cortinas púrpura. Es el único lugaar que parece seguro, que no ha sido atacado ni nada y parece que tiene un campo de protección que tampoco se ve, pero se siente, y con pegarse a sus paredes, te haces invisible a cualquier fuerza atacante. Esta imagen se repite en varios sueños de destrucción  en los que aparecen dinosaurios, monstruos gigantes o alienígenas psicópatas.

Volviendo a este sueño, nos atacaban, nos invadían.
Había agujeros interdimensionales que aparecían de la nada desde los cuales aparecían seres de todo tipo. No eran extraterrestres cabezones de ojos grandes. No creo que fueran extraterrestres, sino más bien, seres de otras dimensiones.

Recuerdo muy bien un grupo en concreto que era de peluches, peluchitos asesinos. También recuerdo un grupo de gatos humanoides, que reclamaban la tierra, diciendo que en una época los gatos dominaban la Tierra y los humanos eran sus mascotas y su comida. Llevaban una figura de Bastet, la diosa egipcia gato.

Huimos, mis hermanas y yo. Sé que había más gente, pero no recuerod quién más. Se nos unió mucha gente en el camino.

A alguien se le ocurrió que si ellos iban a invadir la Tierra, nosotros huiríamos e invadiríamos sus planetas, así que buscamos los portales, que se abrían al azar.

Pero poco a poco nos dimos cuenta de por qué querían la Tierra: ellos fueron desterrados en su momento, a dimensiones y planetas igual de ricos y fértiles, y con el paso de los siglos los habían consumido... como nosotros estamos haciendo con nuestro planeta.
Era sólo cuestión de tiempo que nuestras tecnologías destruyesen nuestro planeta, y ellos lo sabían. Era el último planeta donde la vida era posible, y miles de especies luchaban por la supervivencia, que duraría apenas unos siglos más. Una triste supervivencia que consistía en destruir a la competencia para destruir lentamente el planeta.

Encontramos un lugar seguro y  entonces dejamos de correr, ahora sin prisa pero sin pausa. Estábamos cerca del teatro, pero no protegidos por su aura.
Entonces llegó el olor. Un edor a rosas, un edor a pasteloso, a bonito, a cuqui, procedente de una alcantarilla.

Abrimos la alcantarilla, era muy poco profunda y muy ancha. Era un refugio, y había un portal dentro. No lo vimos al principio, pero del punto de donde emanaba el aroma empalagoso comenzó a hacerse intenso y sentimos algo. Allí había algo. Tiramos una piedrecita, la más pequeña que encontramos, una punta de uña, y vimos que desaparecía antes de caer contra el suelo.

A mi hermana pequeña, que en el sueño tendría 15 años, no se le ocurrió nada mejor que entrar en el portal, para ver el mundo que emanaba el olor a rosas.

Desapareció mientras caía por la alcantarilla. Mi otra hermana cayó con ella al intentar detenerla. Insensatas.

Yo sentí que tenía que rescatarlas, y pedí a los que me acompañaban que me sujetaran de los tobillos y me metieran la cabeza 10 segundo en el portal, sólo metí la cabeza porque además con las manos me agarré a las escaleras del refugio, por si no aguantaban mi peso.

La primera entrada en el portal fue extraña. No me dio tiempo a ver nada, sólo que era un mundo vacío, y que no había ni rastro de mis hermanas.

Subí machacando los brazos y abdominales, y les pedí que me metiesen hasta la cintura y 30 segundos.

Volví a ver aquella dimensión. Sonaba una alarma... era una prisión en la que congelaban a los presos y les exponían en vidrieras. Supuse que la alarma era porque habían detectado a mis hermanas como intrusas.

El portal del fondo de la alcantarilla daba con el techo de la prisión, mis hermanas no habían podido volver al portal porque les quedaba muy alto y se habían escondido en aquél mundo.

Entonces vi corriendo a unos seres tan achuchables como siniestros. Me vieron, y subí lo más rápido posible del portal.

Trepé por la alcantarilla y les avisé de que venían a invadirnos más peluchitos, así que nos preparamos para el ataque con los primero que pillamos... bueno, realmente traíamos de antes unas cuantas palancas y bates de béisbol.

Los seres siniestramente achuchable llegaron con rabia. Cual  fusión pigmea de gremblin y oso amoroso, empezaron a chillar. No sé si nos llegaron a atacar, no nos lo pensamos, en cuanto saltaban del agujero les bateábamos en la cabeza.

Nos aseguramos de que realmente estaban muertos o inconscientes para mucho rato.

Y entonces bajé lentamente al portal. Miré dentro, y vi que no había nadie, salvo mis hermanas paralizadas en unas vidrieras. Fuimos a rescatarlas, junto con un amigo, atados por la cintura a nuestro mundo (así nos aseguramos de que no nos perdiésemos y no se cerrase el portal)

-¿Están disecadas? -preguntó mi amigo. Y en ése momento las dos giraron los ojos hacia nosotros.

-No, están congeladas.

Las llevamos a nuestro mundo, una vez cruzado el portal, volvieron a un estado normal.


Y seguimos corriendo hacia el Teatro, hasta rodearnos por su aura protectora.





Y pasaron los años... pero lo que pasó en esos años lo escribiré mañana.

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