domingo, 23 de junio de 2013

Aléjate de él

No sé muy bien cuándo comenzaron estos sueños angustiosos de advertencias.
No quiero dar muchos detalles, porque me deprime recordar los escenarios del sueño. Sólo diré que fui su jurado y su juez, pero por suerte nunca abogada en su defensa.

Todos tenían la cabeza en la superficie, salvo los jueces, que estábamos sumergidos de cuerpo entero. Eran dos mundos, el de la superficie y el sumergido. Aquéllos que ganaban en el juicio acababan sumergiéndose también, y se convertían en jurado de los siguientes.

Gente que no conocía me advirtió que me alejase de él, incluso él me lo dijo, de la manera más borde que se le cruzó. Luego se arrepintió un poco y me advirtió, esta vez algo más dulce. Yo le dije que no podia alejarme, que iba a ser su jurado y juez.
Su expresión cambió al momento, vi que se arrepentía de haberme tratado así, porque ahora sabía que iba a perder mucho más de lo que se jugaba en aquél juego.

Salí corriendo de este sueño, para alejarme de él.

Noches más tarde tuve la continuación de este sueño.
La gente que no conocía me preguntaba sobre porqué no voté, porqué no hice el juicio que me tocaba. Yo evadí ese tema y me dediqué a la labor que estaba haciendo en el sueño: guiar un rebaño de ovejas, que luego se transformaron en niñas pequeñas con tutús y trajes de bailarinas.

Guié al rebaño de bailarinas lejos de aquél pueblo en ruinas, rodando colina abajo. La gente que me veía me seguía recriminando sobre el juicio. Les expliqué lo que era cargo de conciencia, y no lo entendieron.
Aquél pueblo creció en ruinas, y se convirtió en una gran ciudad, ciudad de ruinas, cuyos edificios deteriorados se convirtieron en sal y arena.
Seguí con mi rebaño de bailarinas, teníamos que subir a un remolque para huir de aquella ciudad.

Y le vi, por el rabillo del ojo, abriendo la puerta de una pared que sólo era eso: pared y puerta, y salir al exterior de lo que había sido el hogar de barro. Vi por el rabillo del ojo cómo miraba hacia todas partes al ver que su mundo era sólo sal y arena, y vi cómo la benjamina de su familia se unía al rebaño de bailarinas.

Intenté pasar de largo pero me vio, y su mirada se clavó en mi nuca como miles de agujas. Sentí que me miraba pensando "¿Por qué no votaste a mi favor?". Y entonces supe el veredicto final, había perdido el juicio. Y yo me sentía culpable, aunque creo que se lo merece.

Montamos en el  remolque con el rebaño de bailarinas, niñas que rebosaban de pulcritud e inocencia. Había una chica un poco más mayor haciendo de copiloto. Leyó mi expresión en el rostro. "No mires atrás", me dijo leyendo mi pensamiento, "aléjate de él". No sé quién era aquella chica ni si existe en la vida real. Tendría 24 años, como muchísimo, voz un poco de niña, muy delgadita, tan alta como yo, con el pelo corto marrón oscuro que le llegaba un par de dedos más abajo de la barbilla. Sus ojos eran marrones, muy normales. No tenía nada a destacar, pero me resulta una imagen familiar que no consigo identificar, sobretodo por la voz.

Nadie me dijo por qué tenía que alejarme de él, ni lo pregunté. Supongo que porque en ese momento tenía que juzgarle y no hubiera sido objetiva, pero no entiendo que relación tiene todo esto con el mundo real.

Ahora sólo sé que no quiero acercarme a una persona porque mis sueños me han inculcado la paranoia de que debo alejarme de él. Y si un sueño me dice que debo alejarme de él, amén. Es mejor prevenir que curar. Quizás mi subconsciente haya visto algo que yo no puedo ni quiero ver.

2 comentarios:

  1. Has hecho caso de tu sueño y te has alejado de esa persona? Vaya movida, no me ha pasado nunca eso.Pero como tú dices, igual tu subconsciente ha visto algo que tú no.

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    1. Sí, me he alejado de él, ya ni hablamos. Y he hecho lo correcto, porque luego han pasado cosas muy malas alrededor de esa persona. Me fui en el momento oportuno ;)

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