domingo, 2 de junio de 2013

Almas al agua

Estábamos encadenados entre nosotros. El suelo era tierra, pilares finos que se resquebrajaban. Parecía que en cualquier momento se iba a abrir por completo e iba a salir lava.
Y más o menos, fue eso lo que pasó, excepto por la lava.

Con mi muñeca derecha estaba encadenada con mi padre, a mi izquierda no recuerdo quién había. Todos los encadenados, muñeca a muñeca, eran miembros de mi familia, amigos y conocidos.  No sabría decir si la cadena humana era infinita o éramos cuatro gatos.

Estaba muy desorientada. No sabía ni dónde estaba ni qué estaba pasando, y las cadenas me aturdían.
Entonces mi padre me dijo algo, una advertencia, y lo vi.

Miré al frente y allí estaba ella, quien es yo. Y ellos, nuestros lados oscuros. Puede que físicamente nadie la hubiese encontrado mi parecido con ella, pero cualquier persona que se la cruzara por la calle sabría que ella era yo. Irradiaba mi esencia.

Aunque lo cierto era que en un lugar como aquél todos éramos en esencia, no por aspecto físico...

Ella sonreia. Tenía el mismo aspecto que en el sueño de hace unos meses.

De su pecho izquierdo salía una cadena... que descubrí que conectaba con mi pecho. Di un  tirón a la cadena, no estaba enganchada a mí, simplemente, salía del medio de mi pecho.

Ha pasado tanto desde este sueño, que ya apenas lo recuerdo... lo comencé a escribir hace un mes, a las 2 semanas de que sucediese, y ahora ha pasado tanto...

Pero recuerdo que todos tenían a alguien encadenado al pecho, sus lados oscuros. Teníamos que derrotarlos. Teníamos que liberarnos de las cadenas.

"Ten confianza" o "Tienes que confiar", dijo mi padre, a mi derecha.

Vi cómo la lucha, más mental que con las manos, más de el tipo de lucha psicológica que lleva a cabo una persona cuando quiere renunciar a un vicio que una lucha violenta, aunque habia un poco de ambos, estaba de nuestro lado.

Aquellos que ganaban, desaparecían sus alter ego, y se derrumbaba el pilar. Al principio no vi que había debajo, estaba convencida de que era lava, pero cuando me quedé sola con mi otro yo, vi cómo caían al agua, el agua más pura que haya visto jamás.  Sus alter ego simplemente desaparecían, como si nunca hubieran estado allí, nunca hubieran existido... sé que no regresaban dentro de ellos, eso, seguro. Y las cadenas desaparecían, eran totalmente libres.

Al caer al agua nadaban hacia un pasillo subterráneo, parecía que fuesen aguas termales.

Pero yo tenía miedo. Tenía miedo de mí y de caer al agua y abrasarme, porque aquellos que no perdían caían al agua y se quedaban flotando bocabajo. Y yo seguía convencida con que el agua era lava.

"Tienes que confiar, yo ya no puedo quedarme más" dijo mi padre y venció a su otro él, derrumbando el pilar que sostenía su porción de tierra (y por su culpa, casi caigo yo también) y desapareciendo sus cadenas.
"No tengas miedo" dijo antes de zambullirse en el agua, y luego nadó y nadó, sin mirar atrás.

Seguía teniendo miedo, pero entonces vi algo que me hizo no tener nunca más miedo: aquellos que habían quedado bocabajo, que habían sido derrotados, volvían a moverse y nadaban hacia adelante con el resto.

¿Qué era lo peor que me podía pasar? Si perdía la lucha psicológica en la tierra, la ganaría en el agua.

Así que me enfrenté a mí misma, fue un instante bastante duro pero breve. Entonces ella ya no estaba, como si nunca lo hubiera estado. Ya no tenía cadenas, y cuando me quise dar cuenta estaba cayendo en el agua.

Caí bien, en el estilo de salto que de niña hubiera denominado "palillo", es esa posición de piernas juntas y brazos cruzados que te obligan a poner en los parques acuáticos,  más o menos.

A mi lado uno de los que habían quedado bocabajo empezó a moverse, y pensé que no había tiempo que perder quieta en el agua. Empecé a nadar, manos a crol y pies a ranita. Casi nadie buceaba, yo no buceé. Me daba cosa cerrar los ojos, sumergirme y perderme algo por parpadear.

O tal vez me daba miedo sumergirme y que al salir a coger aire la realidad fuera totalmente distinta. Es una paranoia que tengo desde que tengo memoria, recuerdo que pensaba eso ya en la bañera de bebé... y seguí jugando a ello hasta que dejamos de tener bañera. Mi juego se trataba de que cada vez que me sumergía y volvía a la superficie, el mundo había cambiado y yo debía pasar desapercibida y sumergirme muchas veces hasta volver a mi mundo... Que el agua era un portal.

Volviendo al sueño, nadé hasta esa esquina que daba a un pasillo de agua, que daba a... mucha luz, tanta, que no se podía mirar. Era una puerta, seguro, pero no podía verla, todos nadaban hacia la luz, yo también...

Y entré en la luz...

Y de lo que allí encontré, ya hablaré en otra entrada... era la luz de un sol de verano en Andalucía a las 12am.

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