Cuando voy al pueblo siento que el tiempo pasa más despacio... eso es porque el tiempo en la montaña toma otro ritmo, se relaja y nos relaja con él. Cuanto más arriba, más tiempo.
Algunos obsesionados y temerosos de la muerte deciden vivir en lo más alto, tener mejor calidad de vida.
Poco a poco se les ha olvidado porqué están en lo alto, cómo llegaron allí y para qué. Solo saben que les gusta mirar por encima del hombro a aquellos que no temen al paso del tiempo, que se enorgullecen de sus arrugas y canas, que se han quedado abajo.
Desgraciadamente, incluso para los de arriba el tiempo pasa, puede que un par de segundos menos que a nosotros, pero les pasa.
Se hacen viejos, pero no sabios. Su soberbia no cesa.
Algún día caerán bien bajo, cuando sus relojes se paren completamente, como siempre han soñado... aunque no lo soñaron de esta manera, no con el fin, sino con la eternidad. Pero no hay nada más eterno que un fin.
Pero es que si estás en la cima de todo jamás verás el fondo de las cosas, como el interior de una persona.
Con la cabeza entre las nubes nadie es realista. Nadie ve nada, están nublados.
A veces hay que apostarlo todo, no importa el tiempo, el espacio o la realidad; solo importa el salto al abismo. Y que llegues lejos, que llegues al fondo.
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