Si algo recuerdo vagamente, es dos niñas odiosas que se portaban fatal acercándose al estanque.
El estanque, que creía por momentos, las iba a engullir. La tierra que rodeaba al lago era transparente, porque sólo se veía al agua y la vegetación y algunos peces expandirse en medio de la nada.
Grité a las niñas que se alejasen.
Alguien, no recuerdo quién, venía corriendo y gritando "peligro" mientras espantaba unas serpientes o anguilas, o ambas cosas a la vez.
La serpiente la pillamos, las anguilas se metieron al agua.
Volví a chillar a las niñas que se alejasen del lago, con más desesperación que antes. En esto, se asomó un pez morena (los odio con toda mi alma, me parecen lo más desagradable que existe, junto con las orugas).
A las niñas les pareció divertido meterse en el lago a pillar la morena. Una de ellas, muy rubia con los ojos muy oscuros, me miró antes de chapotear la orilla, con una mirada que decía "mira, mira el caso que te hago". Era una niña de esas malas por naturaleza.
Mientras jugabas a atrapar la morena, las anguilas se enrollaron en sus pies y tiraron de ellas lago adentro.
Supongo que las ahogarían. Yo sonreí en plan "os lo advertí".
El resto que recuerdo del sueño es un gran carnaval, en un pueblo en ruinas, donde había un restaurante en el que todo parecía carne pero todo sabía a tarta de la que comimos en el cumpleaños de Bety (normalmente no me agradan las tartas, pero esa tarta en concreto, y las que cocinaba mi antigua cuidadora, llamada Julia, que más que tartas son bizcochos, me e-n-c-a-n-t-a-n)
Probablemente Bety estaba en el sueño, no lo sé. Sé que estaban Marina, Jorge, y 5 personas más. Normalmente íbamos Marina, una chica más y yo. Luego nos reunimos con el resto para tomar costillas de ciervo sabor-textura bizcocho con todos.
También hubo fuegos artificiales que salían desde detrás de la ladera de una montaña que había cerca. Yo subí con Jorge y otra chica a lo más alto del pueblo para ver los fuegos artificiales mejor.
Sé que los fuegos dibujaban algo en concreto, de hecho eran fuegos que se movían y realizaban escenas enteras, pero no recuerdo sobre qué trataban. Uno eran costillas de cordero dulces. Sé que el resto de escenas eran de mayor trascendencia, pero de eso no recuerdo nada.
Creo que el resto de fuegos artificiales representaban una escena de mis recuerdos.
Las voces de Irene y Cristina, que antes no estaban con nosotros, nos llamaron. No las vimos, pero supimos que teníamos que volver al pueblo y acabar el banquete.
Cada uno teníamos un color identificativo, parecíamos un semáforo descendiendo la colina: la chica de rojo, Jorge de verde y yo de amarillo; y por supuesto, todo a juego con su correspondiente máscara y/o antifaz.
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