sábado, 26 de noviembre de 2011

Ese don de cometer errores.


Por ese momento en el que debí morderme la lengua y por esa semana convertida en siglo.
No sé cómo ni porqué consigo hacer daño en cualquier momento bonito.
Ni digo lo que pienso, ni pienso lo que digo.
No sé quién es la que con mala intención abre la boca en mi lugar...
Pero supongo que va en mi naturaleza, eso de que me guste pinchar.
Aunque para cuando las consecuencias lleguen me habré arrepentido, consecuencias que suceden en segundos, decisiones que son cuestión de meros parpadeos...
Parpadeos de cambios nacidos de palabras que solo causaron daños.


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