Llegamos en Domingo o Sábado, y el caso es que estaba todo cerrado, así que no podíamos pedir información en la taquilla porque estaba cerrada, ¡meca-chis! Pero por lo menos pudimos hacer el cambio de moneda (cabe destacar que pudimos cambiar de euros a dinares serbios, pero en ningún otro país conseguimos hacer la inversa, así que si vais a Serbia, cambiad vuestros dinares a euros antes de salir del país) y nos dieron varias tarjetitas con direcciones de hosteles.
Los hosteles estaban en pisos particulares, esto era la primera vez que lo veía, pues siempre he viajado a lugares donde el edificio entero era el hostal; pero es algo que se repitió mucho durante el viaje, especialmente en Viena, donde un piso puede ser un hotel de 4 estrellas.
Llegamos a un hostal en el que el ordenador escribía en modo pokero automáticamente... a lo mejor era un autocorrector que hacía el equivalente del alfabeto latino al cirílico, quién sabe. Compartimos habitación con una japonesa y una china, también había un francés, un par de inglesas y unos noruegos con nosotros en el apartamento.
Me quedé emparedada en el ascensor del edificio, pero bueno, a parte de eso, todo bien.
Junto con ellos fuimos a un tour gratis que organizaban unos estudiantes de la ciudad.
Una vez dentro del tour, te das cuenta de que Belgrado no es tan fea... solo que la parte donde estaba la estación es la parte fea de la ciudad. Es una ciudad pobre, pero tiene su encanto. Y los edificios en general son feos porque han sido reconstruidos por los comunistas, a los que prima no la belleza del edificio, sino la eficiencia. Pero el casco histórico es bastante bonito.
A mí me recordó a París, que es bien feo, excepto la parte turística, claro. Pues eso, igual que París, Belgrado tenía su parte preciosísima, sus calles bohemias... e igual que París tenía sus partes sucias y feas. Eso sí, no tenía tantos pordioseros como París...
La calle bohemia era genial, la gente paseaba disfrazada de época, y había chicos muy guapos. La gente del lugar no sabía inglés, pero muchos sabían italiano o francés, y con eso nos apañamos. Y la gente magísima, amable, servicial... les decías que eras española y te trataban genial... no como en Roma ¬¬.
Recuerdo un momento en el que estábamos cansadísimas y nos sentamos en el suelo y un chico (muy guapo, cabe destacar) nos sacó unas sillas para que nos sentáramos... ¡¡PERO QUÉ MAJO QUE ERA!!
Pues eso, una ciudad con mucho encanto, sorbetodo tras beber Rakjia o como se escriba (bebida alcohólica típica de la zona)
Si queréis saber qué hicimos en Belgrado con más detenimiento, clickad en:
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