En fin, tras perder un tercio de oreja por culpa de los piercings (el cirujano que me la ha recompuesto es un crack, aunque un poco lento... se me pasó la anestesia durante la intervención, no fue doloroso, pero tampoco agradable), he decidido renunciar a mis agujeros sintéticos.
Al parecer, tras 3 añacos de pendientes sin ni una sola infección, 2 de ellos (en el lóbulo, por suerte) reaccionaron con la sangre y sedimentaron piedrecitas de pus y hierro (el cirujano me dejó quedármelas de recuerdo, realmente tenía chinas en la oreja. Estaban to' duras, en serio.)
Esto ha sido una difícil decisión moral, en serio. No me sentía así desde que nació mi hermana pequeña y me tuve que quitar las pulseras y collares de pinchos porque sino se los clavaba al cogerla.
Quitarme los pendientes ha sido como entrar en una nueva etapa, mi adolescencia ha muerto con ellos. Ale, ya soy tope adulta, colega.
(Foto: yo de risas tochas con sus pirsinicos in dah radiografí!)
En fin, han sido 10 bujeritos, 7 de ellos visibles a casi simple vista. Si esto no hubiera pasado, ahora mismo serían 11 bujeritos, sí, me habría hecho el de la lengua, el único que tiene cierta utilidad (JE-Je-je)
No en serio. Sin los piercings me siento rara, no como si me faltara algo, sino como si me estuviera quitando capas para ver qué soy en realidad, como si todas estas modas estéticas y demases objetos materiales que en un momento me guiaban han quedado atrás, en algún lugar, enterrados junto a mi adolescencia.
A este paso voy a dejarme un color de pelo normal y estable.
Una espiritualista o una sosa, yo qué sé, pero ya no veo el sentido ni el significado de las ropas.
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Juaj, tus risas y oreja radiografiadas parecen una constelación de un cuello largo con vértebras. Qué movida. Pues yo me quería hacer un pendiente ahora. Unos quieren salir de la adolescencia y otros queremos volver.
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