Para aprender a andar hay que caerse multitud de veces.
Lo que nadie nunca te recuerda es que una vez que ya sabes andar, te volverás a caer un montón de veces más.
No porque te quede por aprender o para mejorar el andar, al contrario, a veces incluso lo empeora.
Pero es que es esta la única manera que tenemos de ver que no somos perfectos, aunque a veces lo aparentemos, que nos equivocamos incluso en lo más básico. Y no por ello dejamos de levantarnos o de enseñar a otros a caminar mientras realizamos nuestro propio camino, lleno de baches, piedras y caídas.
Siempre seguimos, siempre hacia delante. Pero nunca sin olvidarnos de los que vienen detrás, que algún día nuestro futuro será su presente y son los únicos que pueden dejar nuestras faltas, nuestras "caídas", atrás.
Son ellos, los que hoy hemos enseñado a levantarse, los que nos levantarán a nosotros mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Cada vez que no dejáis un comentario ¡¡Schrodinger mata y no mata un gatito!!